martes, 14 de septiembre de 2010

Control de Daños (las reflexiones íntimas de Netanyahu, Abbas y Obama en vísperas de la Conferencia de Paz)


Uri Avnery
www.avnery-news.co

El pasado miércoles una periodista holandesa me pidió que tratara de adivinar los pensamientos de Benjamin Netanyahu de camino a Washington.
Parece que quedó satisfecha con el resultado porque a continuación me pidió que adivinara los pensamientos de Mahmoud Abbas.

Aparentemente volvió a quedar satisfecha, porque acto seguido me pidió que hiciera lo mismo con Barack Obama.

He aquí las cosas que le dije en aquella ocasión:

REFLEXIONES DE NETANYAHU DE CAMINO A WASHINGTON:

Lo más importante es minimizar los daños.

Hace poco alguien me preguntó cómo veía nuestra situación dentro de cuatro años. ¡Cuatro años! ¡Si lo que a mí me preocupa es lo que ocurrirá en cuatro semanas, cuando concluya el plazo de suspensión para la construcción de asentamientos!

Me siento como un oficial en el puente del Titanic que ve surgir delante el horrible iceberg.

Con estos colonos (sí, sí, ya sé que debería llamarlos "habitantes de Judea y Samaria") no hay bromas. Es imposible razonar con ellos y convencerlos de que permanezcan callados mientras buscamos la manera de sortear la congelación [en la construcción de nuevos asentamientos].

Arik [Sharon] lo intentó. Cuando planeaba la separación [de los ocupantes israelíes de las tierras de la Franja de Gaza], le dijo a los colonos: sacrifiquemos una docena de pequeños asentamientos para salvar a otros cientos. Amputémonos el dedo meñique para salvar todo el cuerpo. No sirvió de nada. Los colonos decidieron luchar por cada uno de los asentamientos.

El año pasado, cuando empezamos a hablar del tema de la congelación, peleé como un león para limitarla a diez meses en lugar de un año, que es lo que Obama había exigido. Ambos comprendimos la diferencia: los diez meses tocaban a su fin en el momento álgido de la campaña electoral estadounidense. El plazo de un año habría terminado después de las elecciones. Pensé que si la congelación concluía en septiembre Obama no se atrevería a presionarme para ampliar la moratoria. Los votos y el dinero judíos marcarían la diferencia.

Yo crecí en los Estados Unidos. Sé cómo funcionan las cosas allá. El AIPAC manda en el Congreso. Los políticos tienen miedo de nosotros todo el tiempo, y mucho más en época de elecciones. Saben muy bien que si no apoyan a Israel serán puestos de patitas en la calle.

Pero ahora tenemos un lío. Obama quiere a toda costa hacer algo que se pueda presentar a los votantes como un gran logro. Pero Abu Mazen [Mahmud Abbas] se niega a negociar si se reinicia la construcción de los asentamientos. Así que Obama me presiona para continuar con la moratoria. Si accedo, mi coalición se romperá. No he olvidado que la última vez, en 1999, no fue la izquierda la que derribó a mi gobierno, sino mis propios compañeros de la derecha.

Por supuesto, Obama y su gente van a proponer toda clase de soluciones de compromiso. Un congelamiento "simbólico" que en realidad no nos impedirá construir. O un levantamiento "simbólico" de la moratoria, que realmente impedirá construir más. O algo en la línea de la propuesta de Meridor. Eso fue un globo sonda que le pedí a Dan que lanzara en su nombre. [El ministro sin cartera Dan Meridor propuso construir sólo en los grandes bloques de asentamientos que el gobierno israelí pretende anexionar a Israel.] Pero los colonos no están de acuerdo ni siquiera con eso.

Entonces, ¿qué hacer? No lo sé. Debo confiar en mi talento para la improvisación y sortear este obstáculo. Pero incluso si consigo aplazar este asunto hasta después del 26 de septiembre, puede que entonces estalle. Lo principal es asegurarse de que la culpa caiga sobre Abu Mazen.

¿Y la paz? No me hagan reír. No tengo tiempo para semejantes fruslerías. Evidentemente, lo máximo que puedo ofrecer ni siquiera se acerca a lo mínimo que [los palestinos] pueden aceptar. Qué, ¿tendría que dividir Jerusalén? ¿Tendría que desmantelar los cientos de asentamientos y puestos de avanzada? ¿Debería entregar el valle del Jordán? ¿Debería acceder al retorno de siquiera un refugiado? Incluso si lo quisiese -¡y ni remotamente lo quiero!-, sería incapaz de hacerlo. Qué, ¿romper la buena coalición que tengo ahora y quedar a merced de esa horrible mujer?

No voy a decirlo, por supuesto. Al contrario, los voy a rociar con una buena andanada de palabras hueras y pomposas. Le diré a Abu Mazen que es mi interlocutor. Hablaré de dolorosas concesiones. Me voy a vender como el Nuevo Netanyahu. (Dios mío, ¿cuántas veces tendré que convertirme en el Nuevo Netanyahu?)

Lo principal es conseguir salir incólume de este follón y mantener el status quo. El status quo es el mejor de todos los mundos.


REFLEXIONES DE ABBAS EN RUTA HACIA WASHINGTON:

Lo más importante es minimizar los daños.

Nada bueno puede salir de todo esto. Está claro. Pero la culpa no debe caer sobre nosotros.

Estoy seguro de que Abu Amar [Yasser Arafat] pensaba lo mismo cuando en 2000 fue arrastrado a Camp David. Sabía que Ehud Barak y Bill Clinton formarían un cascanueces y que él haría el papel de nuez.

OK, Obama no es Clinton. Confío en él. Obama, en efecto, quiere hacer la paz. Pero ¿puede conseguirlo? Hasta ahora, cada vez que lo ha intentado ha acabado cediendo ante Netanyahu. Ahora tiene que obligar a Netanyahu a que prolongue la congelación de los asentamientos. ¿Está en condiciones de hacerlo?

No puedo renunciar a esta exigencia. Estoy sintiendo en la nuca el aliento de Hamás –¡que Alá los castigue! Ya me están maldiciendo por ir a Washington (como si tuviera otra opción). Sería ridículo negociar mientras los israelíes amplían sus asentamientos. Como tan acertadamente lo expresó ese joven, Michael Tarazi: "Es como hablar de dividir una pizza mientras que ellos [los israelíes] se la están zampando".

Hamas está tratando de socavarme el camino de todas las formas posibles. El asesinato de los cuatro colonos israelíes cerca de al-Khalil [Hebrón] estaba pensado para dañar las negociaciones. Es realmente asombroso cómo Hamas y los colonos cooperan para tratar de detener el proceso de paz. Pero el incidente también tiene un lado positivo: el mundo entero ha visto lo que nos aguarda si fracaso.

Hamas dice que estoy al servicio de los estadounidenses. ¿Qué proponen como alternativa? ¿Retomar la lucha armada? ¡Pero si tienen miedo de lanzar sus cohetes Qassam! Los ataques no han logrado nada. Tampoco se puede esperar nada de la opinión pública internacional. Nuestra única opción es confiar en Obama. Cuando en Washington comprendan que el conflicto perjudica sus propios intereses nacionales, como dijo ese general [David Petraeus], los estadounidenses impondrán la paz a los israelíes.

Abu Amar fijó los parámetros y nadie de nosotros puede aceptar menos: Estado palestino con Jerusalén oriental como capital, fronteras del 4 de junio de 1967, intercambios paritarios de territorio, eliminación de todos los asentamientos construidos en nuestro territorio, solución negociada del problema de los refugiados y regreso simbólico de algunas decenas de miles de ellos. Estoy dispuesto a aceptar una fuerza internacional en nuestra tierra, pero en ningún caso una presencia armada israelí. Si consigo ese acuerdo Hamas no tendrá más remedio que apoyarlo. La opinión pública palestina les obligará a ello.

También ellos han leído los resultados de la encuesta del Dr. Nabil Kukali de esta semana: una mayoría inequívoca de palestinos del 2:1 apoya la solución de los dos Estados.

¿Se puede confiar en Obama? Dicen que tras las elecciones de noviembre va a quedar libre de la presión judía. Pero entonces comenzará a pensar en las elecciones presidenciales que se celebrarán dentro de dos años. Sólo si es reelegido -y no estoy muy seguro de que lo sea- será capaz de actuar sin temor al AIPAC.

Mientras tanto, tenemos que aguantar. Eso es lo principal: aguantar y y esperar a que el tiempo haga su trabajo.



PENSAMIENTOS DE OBAMA EN LA VÍSPERA DE LA CONFERENCIA:

Lo más importante es minimizar los daños.

Antes de mi elección pensaba que era posible influir en la gente con la lógica. Al fin y al cabo la paz es esencial tanto para israelíes como para palestinos. ¿Qué posibilidades tiene Israel si dentro de unos años todo el mundo árabe cae en manos de los islamistas extremos? ¿Y qué posibilidades tendrán los palestinos moderados? ¿Es que no lo entienden? Me vuelven loco.

[Henry] Kissinger dijo que Israel no tiene política exterior, sólo política nacional. Eso es cierto también para los palestinos, y -¡ay!-, también para nosotros los estadounidenses. En todas partes la política interna es lo que manda.

La economía está en un atolladero. La situación en Afganistán no puede ser peor. (¿Qué mosca me picaría durante la campaña electoral para prometer que continuaría con esta guerra?) Los chiflados del Tea Party están tomando impulso. Sospecho que el lobby judío los está ayudando en secreto. ¿Quién está dirigiendo la campaña montada en torno a la circunstancia de que no nací en los Estados Unidos? Una judía israelí. ¿Y la campaña sobre que soy musulmán? Otra mujer judía. Quieren acabar conmigo. ¿Y por qué? ¡Porque quiero hacer la paz, que es lo mejor para los intereses de Israel!

Ahora lo principal es conseguir pasar las elecciones de noviembre sin demasiados rasguños. Como le dije a Rahm [Emanuel], en este momento tenemos que hacerle la pelota a los judíos. Es por eso que una y otra vez he apaciguado a ese tipo repugnante, Netanyahu. Ahora tenemos que encontrar un compromiso sobre la moratoria de construcción de asentamientos.

Dios mío, aquí estamos nosotros, líderes responsables del destino de países enteros, ocupados con tonterías como la congelación, en lugar de concentrarnos en forjar una paz que salvaría la vida a miles y decenas de miles de personas!

Lo más importante es dejar atrás el 26 de septiembre, la fecha en la que concluye la moratoria, y luego el 02 de noviembre, fecha de las elecciones. Después de eso, lo que Dios quiera. Después de todo tal vez tenga éxito en crear una situación que me permita presentar mi propio plan de paz e imponérselo. Siempre en voz tan baja, por supuesto.

Diablos, ¿acaso no soy el maldito Presidente de los Estados Unidos de América?
 

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